Sí, gueno?

No sé por qué pero hoy, mientras me bañaba, recordé esta anécdota digna de publicarse en el blog para que, entre otras cosas, justifique un poco mis cada vez más comunes ataques de risa sin control y sin razón aparentes...

Hace unos 10 años teníamos a una muchachita que trabajaba en la casa. Era una maravilla, un tesoro... vaya, cuando se regresó a su pueblo (porque SI SEÑORES en esta vida todo tiene un final) mi mamá amenazó en irse con ella (aunque al final, todavía no sé cómo, logramos convencer a mi Pachola de que se quedara)

Pues el nombre de esta maravillosa niña (de unos 18 años en aquella época) era Emiliana... nombre que se convirtió en un cariñoso "Emi" porque así se escuchaba con más confianza, como más de la familia pues...

Había un problema y es que todo lo que la Emi tenía de hacendosa también lo tenía de despistada... medio despistada, y a veces creíamos que nos daba el avión porque decía que sí a casi todo.

Pues resulta que un día mi papá llamó por teléfono desde la oficina para avisarnos que llegaba tarde y Emi contestó (porque además le encantaba ser secretaria y dar TODOS los recados... aunque a veces no se acordaba de quién había llamado)

La conversación entre Emi y mi Papá (que se llama JOSAFAT, por cierto) fue algo más o menos así:

Papá: Quién...? Emi...?

Emi: Sí!

Papá: Ah, qué bueno!! Mira Emi, cuando llegue la Señora del colegio, dile que voy a llegar tarde...

Emi: Sí!

Papá: ...que voy a pasar al súper y a la farmacia antes de llegar a la casa...

Emi: Sí!

Papá: ...pero que por favor no me ponga el candado, porque a la hora que llego no quiero ponerme a abrir candados...

Emi: Sí!

Papá: Que no se te olvide Emi, por favor le dices cuando llegue...

Emi: Sí!

Papá: Bueno... sí sabes quién habla, verdad Emi?

Emi: Sí!

Papá: A ver, quién soy?

Emi: Jijiji, el Siñor Mustafa!!!