sábado, 21 de agosto de 2010

Rox... y el ratón de los dientes

Roxana era una niña de unos 7 u 8 años y, como los niños de esa edad, se emocionaba al pensar en Los Santos Reyes, en el Niños Dios y en el ratón de los dientes.
Era tanta la emoción de la niña que, la noche anterior a la llegada de cualquiera de estos personajes, Roxana no podía dormir y se quedada esperando que llegara la mañana siguiente mientras sentía mariposas que le volaban y le revoloteaban en la barriga.

El siguiente es un hecho por todos conocido: los niños no deben ver ni a Santa Claus, ni al Niño Dios, ni a los Santos Reyes (mi papá siempre me lo decía cuando era niña... y mi papá siempre dice la verdad: Si ellos te ven despierta se van, y se llevan TODOS tus juguetes)
Pues la emoción, aunada a las ganas de levantarse y saber que no podía hacerlo, era lo que provocaban el insomnio en la niña...
Resultó que un día Rox perdió un diente y llevó a cabo la misma rutina de siempre: ella le mostraba el diente a su papá y juntos lo guardaban en el cajón "seguro" del escritorio (el cajón seguro estaba bajo llave y era ahí en donde papá guardaba todas sus cosas importantes) al otro día, el ratón habría dejado un premio a cambio de tan valiosa posesión.
A la mañana siguiente papá e hija fueron muy temprano a buscar el esperado premio. De pronto, cuando abrieron el cajón saltó de entre los papeles un ratón. Apenas lo había visto el papá de la niña cuando ya estaba buscando la mejor manera de aplastarlo de un pisotón...

"PAPÁ, NO LO MATES, ¿NO LO VES?... ¡¡ES EL RATÓN DE LOS DIENTES!!"

Ante esta petición tan lógica por parte de la niña era evidente que papá no podía matar a tan importante y conocido roedor. En segundos el ratón corrió con toda su alma, salió por la puerta y se perdió en el jardín.

"¡Adiós ratón, adiós! (decía Roxana) ...y gracias por mis chocolates"