jueves, 13 de septiembre de 2012

All the things she said...

Esta es la historia de una amiga a la que quiero mucho, una amiga valiente que tomó una decisión y (hasta el momento) no ha sido fácil.

La cosa es así: yo, como ya lo había dicho en alguna entrada anterior, tengo todo tipo de amigas. Están las flacas, las no tan flacas, las rubias, las morenas, las budistas, las mamás, las abogadas, las vegetarianas, las metaleras, las embarazadas, las ñoñas y las que nunca, ni por equivocación, se peinan (jejeje). Pero todas siempre han tenido en común dos cosas: que son mis amigas y que yo las quiero así, tal como son.

Esta amiga mía era así, muy "como era"... y era muy feliz (o eso parecía) tenía la casa perfecta, el marido perfecto, la familia perfecta y todo marchaba bien en esa vida perfecta y feliz. Hace un tiempo me empezó a contar que las cosas ya no íban tan bien, que había un distanciamiento y ella estaba triste porque sentía que algo estaba cambiando pero no sabía qué. Yo le brindé mi apoyo, rezando para que las cosas se arreglaran de la mejor manera posible pero al final no, las cosas no se arreglaron así que el matrimonio (y la vida como ella la conocían) se terminó.

Un día me llamó por teléfono para decirme que alguien nuevo había entrado en su vida, que ella estaba muy ilusionada, ya no estaba triste y que me quería contar por qué. Nos vimos nos abrazamos y después de ponernos al día entre risas y bromas se puso seria y me dijo: "Soy feliz, como hace mucho no lo era... como nunca pensé que pudiera serlo. Hay una persona increible a mi lado... es maravillosa y es una mujer"

Lo último que quiero dar en este momento es un discurso del amor entre iguales, los derechos del  círculo lésbico-gay, etc. Sólo quiero decir que, aunque es una noticia difícil de digerir y que me está costando mucho (pero mucho) trabajo entender, nada de lo que siento por mi amiga a cambiado. Ella sigue siendo la misma conmigo, se sigue riendo de las mismas tarugadas que le cuento, sigue siendo una tragona de primera que nunca engordará y sigue prestándome los discos y libros que le gustan tanto a ella como a mi. También sigue diciéndome frases llenas de sentido en medio del caos que siempre son nuestras pláticas: "La vida es tomar decisiones... hay que ser valiente y tomarlas o dejarlas ir para siempre"

La situación por la que ella está pasando la entiendo así: lo único que cambió es su media naranja, nada más. Yo creo que si ella es feliz, todo va a estar bien (pero feliz en serio, sólo quien ha sentido la felicidad auténtica cómo se siente. No la felicidad que se aparenta, ni la que se presume, ni la que se grita... la felicidad a pesar de todo. Esa, que es tan grande, que nunca quisieras contar, para que fuera un secreto que nadie más conoce y siga siendo siempre tuya y de nadie más) Así que si ella siente felicidad auténtica, yo me siento feliz... y nada podría ser mejor.