Estoy convencida, la vida está llena, PLAGADA de señales pero a veces no nos damos la oportunidad de verlas, de seguirlas: de descubrir el camino que se abre.
Las señales están ahí, sin embargo son confusas y contradictorias... y no siempre nos llevan a donde queremos, sino a donde debemos llegar.
Los caminos se bifurcan y de pronto nos encontramos en parajes desconocidos que provocan emoción, ansiedad y, a veces, un poco de temor.
Hay caminos que al abrirse empiezan como algo oscuro o lúgubre y de pronto cambian, abriéndose ante nuestros ojos un paraje hermoso y soleado.
Hay otros caminos cuyo inicio es alegre pero al poco rato se torna en algo desagradable y torcido... afortunadamente, siempre existe la opción de dar la vuelta y tomar otro camino (tomando, claro está, un tiempo para respirar antes de iniciar una nueva ruta) Lo importante es respirar y seguir moviéndose.
La vida tiene su forma de presentarnos las señales y de nosotros depende la interpretación de: las vueltas contínuas, en escuadra o en "U"...incluso la manera de tomar una desviación para la "próxima salida".
Depende de nosotros fluir con el camino, ir contra corriente o detenernos a ver a los que pasan por el camino y dan vueltas prohibidas, los que entran y salen de contraflujos y también aquellos que llegan a su feliz destino... a pesar de todos los contratiempos del camino.
Es el camino mismo el que nos va preparando para apreciar, entender y disfrutar la llegada: el destino, y también es el trayecto lo que hará de la estadía algo aún más preciado.
Las piedras, las curvas, la neblina y los brincos del camino son algo maravilloso porque éstos forman parte del destino y, sin ellos, no creo que valiera la pena este viaje... que no representa un reto o una aventura.
Siento que ahora fluyo en la dirección correcta, que mis señales se acomodan y las entiendo. Yo confío en mi brújula (MI brújula) y soy capaz de interpretar esas, mis señales...
Cuernavaca, Morelos