Mayo se fue... un mes que prometía muchos reencuentros y sorpresas y ¡vaya que las hubo! Después de AÑOS, los "Presuntos..." regresaron. Ellos crecieron, maduraron y (ups!) cambiaron de "novia". Ahora son un tanto distintos pero encontraron "su voz", creo que son más felices, más ellos y viví un reencuentro feliz.
Vino Macca... ¡¡VINO MACCA!! lo disfruté mucho más de lo que esperaba: canté, bailé y casi lloré en alguna canción (something hizo que la vida temblara en sentimientos) el concierto tuvo un millón de cosas y momentos inolvidables, uno de las mejores: mi papá y yo haciendo los coros de "Hey Jude".
Mayo fue maravilloso y soleado... sólo hubo algo que lo ensombreció: desgraciadamente fue algo muy triste, muy feo (muy todo) que yo venía arrastrando desde abril y llegó al límite cuando una noche me hizo perder el sueño y la paz. No sabía cómo manejarlo y no sabía cómo ponerle fin a ese dolor. Afortunadamente ya es algo que está perdonado y ha quedado en el olvido gracias a que un día, y sin quererlo, lo platiqué con mi amado (sí, amado) Champiñón. Ella me hizo un par de reflexiones y (como si fueran palabras mágicas) borraron cualquier posible remanente rezagado de rencor (cuanta "erre", ya lo sé, pero así se sintió). Es verdad que ella y yo siempre nos reímos, bromeamos mucho y tonteamos más... pero, cuando de hablar en serio se trata, me dice las cosas como son y yo la escucho (no sé qué tienes Champ pero a ti de verdad logro escucharte... y los veintes siempre me caen)
Tras dejar pasar esa sombra (que, como todo, tuvo su parte de luz pues fortaleció y aclaro muchos sentimientos) quiero mencionar un par de cosas más que me dejó el mes, las dos sencillas y maravillosas:
Fernanda - una enana de cuatro años inteligente, cachetona y valiente.
Un día entró una cucaracha a mi casa y ella se acercó a verla para asegurarse de que estuviera bien muerta después de que la pisó mi papá. Ella me agarró de la mano cuando yo no quise acercarme a ver al maldito-asqueroso bicho-infernal-rastrero del demonio (porque, debo hacer una confesión, a mi sí me dan miedo las cucas) Fer nunca me soltó la mano y me dijo: "no tengas miedo, sé valiente" ...yo sólo le dije: "Fer, eres lo máximo... cuando yo sea grande, quiero ser como tú". Después de decir lo anterior se acostó en el sillón (sí, así de chiquita es) y se durmió... un sol.
Mi cómplice sin miedo - de quien descubrí que duerme como Linus: abrazando una cobija. No sé... pero son estos rasgos de imperfección y de humanidad los que me recuerdan lo que es verdaderamente importante. Cuando pasan frente a mis ojos, sonrío y pienso: "lo demás, es lo de menos..."
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